El séptimo mes del año culminó llevándose consigo un mes
patriótico, un mes de recordar la dicha de pertenecer a esta tierra llamada
Perú. Un fin de semana largo ha servido para que muchas personas logren
quitarse el estrés que los atormenta
gracias a la rutina, un frio tiempo en el cual la serenata una noche del 27
cada vez aglomera menos personas.
Todos lanzamos nuestro saludo al Perú en nuestras redes
sociales y como publicación del día se pierde entre las demás, cada vez más y
mas personas dicen sentirse felices de
ser peruanos. La gran parada militar es el espacio de esperanza, el espacio en
el cual todos añoramos mejoría a nuestro desarrollo. El tiempo es corto, pero
todos nos apoyamos a un mismo sentimiento, compatriotas en el extranjero
sintonizan distintos canales para observar nuestros colores en marcha, pero
solo son tres días en los cuales diremos: Te amo Perú.
Después de tres días, todo volverá a la normalidad o en
nuestro caso a la anormalidad, volveremos a la rutina y nuestra televisión seguirá
en estado de descomposición.
Encendemos el
televisor, elegimos un canal de señal abierta después del trabajo y están ahí,
grupo de personas jugando, divirtiéndose, burlándose, contándonos sus males de
amor. Por un instante recordar viejos talkshows, decir cuáles son programas basuras y el Dios
todopoderoso rating nos abofetea tan descaradamente al lanzarnos las cifras que
nos anuncian son los programas más vistos del país.
Orgullosos de ser peruanos muchos lo estamos, tenemos una
rica variedad gastronómica, un buen paisaje, muchas zonas turísticas y somos lo
suficientemente capaces de llevar una conversación de nuestro país, sin
quedarnos sin ideas. Es que quizás la inmensidad de un cielo logré soplarnos
las palabras para seguir hablando del Perú.
Cada vez hay menos exponentes del criollismo, cada vez vamos
cambiando costumbres, las empresas siguen lanzando días festivos, en los cuales solo son fines
de engordar sus cuentas bancarias. Este es mi país tan extraño, tan hermoso,
tan simple y a la vez tan maravilloso.
Desempolvo el viejo disco que salió en una ocasión como
homenaje al Zambo Cavero, elijo una canción, escucho el punteo del gran Oscar
Avilés que te llega al alma y una voz que te la destroza para luego crecer más,
causando en ti que brote tu voz: “Cosechando mis mares, sembrando mi tierra, yo
quiero más a mi patria”. (Jheison Ortiz)
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